5 de febrero, 2018
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Un artículo de investigación de Toulouse Business School analiza los retos del sector espacial con la entrada de nuevos players.

Uno de los mercados más dinámicos de los últimos años es la industria espacial. En los últimos cinco años, este sector ha multiplicado por seis su volumen de negocio, con diez nuevos fabricantes de satélites entrando en el mercado desde 2005. Pero es ahora, por primera vez en la historia, cuando la industria espacial está atrayendo a empresas de Silicon Valley y a empresarios apoyados por importantes fondos de capital. Un ejemplo de esta tendencia son compañías como Google o Facebook que en su idea de que Internet llegue a todos los lugares del mundo (4.000 millones de personas no tiene conexión a Internet según el Banco Mundial) exploran la posibilidad de utilizar pequeños satélites, drones o globos de helio para poder democratizar el uso de la red a nivel mundial.

¿Pero son realmente estas compañías nuevas en el sector una amenaza para los operadores históricos de satélites? Estas y otras cuestiones relacionadas con el sector espacial y los necesarios cambios en la gestión de la cadena de suministro para poder afrontar con éxito estos retos han sido analizados por dos profesores de TBS Barcelona, Lourdes Pérez y Víctor Dos Santos Paulino y por Jesús Cambra-Fierro de La Universidad Pablo de Olavide en el artículo de investigación "Taking advantage of disruptive innovation through changes in value networks: insights from the space industry".

Los satélites son ya una opción económica asequible a valorar para ofrecer conexión a Internet de alta velocidad a las economías emergentes y desarrolladas. Construir un satélite cuesta entre 100 y 400 millones de dólares dependiendo del tamaño del mismo. Lanzarlo y operarlo viene a costar una cifra similar. Pero las empresas están ahora desarrollando satélites de bajo coste llamados nanosatélites con un precio muy inferior que puede situarse en 200.00 dólares. Según la NASA los pequeños satélites (con un peso inferior a 500kg) tienen el potencial de transformar la industria espacial. Estos nanosatélites proporcionan soluciones rentables mediante el uso de componentes que se pueden encontrar en los últimos modelos de teléfonos inteligentes y otros dispositivos electrónicos de consumo.

Según Víctor Dos Santos, profesor de estrategia y emprendimiento de Toulouse Business School y responsable de la cátedra SIRIUS, «la mayor disrupción en este mercado ocurrirá en las comunicaciones por satélite dónde compañías como OneWeb y SpaceX (con participación de Google) y seguramente Samsung desean introducir redes de pequeños satélites o constelaciones que podrían transformar las formas de comunicación en el mundo».

Los satélites pequeños ya están siendo usados en las comunicaciones como una forma de desplegar aplicaciones de bajo coste. Las naves espaciales geoestacionarias son indispensables para proporcionar ancho de banda garantizado para gran parte del mundo, pero su extrema distancia de la superficie de la tierra (unos 36,000 km), crea una latencia que las hace inadecuadas para muchas aplicaciones que requieren conectividad en tiempo real. Los pequeños satélites de órbita terrestre baja (200-1.000 km), por el contrario, eliminan los problemas de latencia. El objetivo de las constelaciones propuestas es ofrecer ancho de banda de alto rendimiento en tiempo real.

Según explica Lourdes Pérez, profesora de marketing de TBS Barcelona, «las constelaciones de satélites pequeños utilizadas para la comunicación permitirían economías de escala sustanciales en la fabricación. Además, estos nuevos satélites podrían tener un precio que satisfaga los presupuestos más modestos de los países en desarrollo sin acceso a redes de fibra ».

Jesús Cambra-Fierro puntualiza que «el estado actual de la industria indica que solo las constelaciones de pequeños satélites pueden ser consideradas como una innovación disruptiva que podría suponer una leve amenza para los operadores históricos».

Dos Santos añade que «la investigación sobre las cadenas de suministro y las redes de valor en esta industria espacial tan compleja sugiere que los disruptores en este sector no tienen que ser necesariamente startups o pequeñas empresas. Los grandes fabricantes de satélites han comprendido el potencial comercial de Internet de banda ancha vía satélite y de los servicios relacionados. Y ven el papel que pueden desempeñar en la construcción y el lanzamiento de cientos o miles de pequeños satélites».

En este sentido, Jesús Cambra-Fierro explica que «los grandes fabricantes de satélites han empezado ya a buscar acuerdos y asociaciones con los nuevos players de este mercado por la complementariedad de sus negocios».

Por ejemplo, Airbus y OneWeb se unieron en enero de 2016 para diseñar y fabricar una constelación de 900 satélites que ofrecerán servicios de Internet de alta velocidad con una cobertura global. Hace tan solo unos meses se anunció la inauguración de la primera línea de montaje en Toulouse para la producción de estos satélites cuyas primeras unidades serán lanzadas a lo largo de este año.

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