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Su alta estabilidad y su buena vida útil convierten al rhenus TY 155 L en un producto versátil y respetuoso con las máquinas.
El aluminio es ligero, resistente a la corrosión y desempeña un papel fundamental en casi todos los sectores clave de la industria, desde la automoción hasta la aeronáutica, pasando por la tecnología médica. El aluminio se considera, con razón, el metal ligero estratégico del presente. Sin embargo, quienes trabajan con aluminio en el sector del mecanizado saben que esta elección de material, aparentemente sencilla, a menudo se convierte en un reto técnico o, dicho de forma más tajante, en un trabajo con una estrella.
Porque el aluminio no perdona los errores. Su superficie es sensible, sus aleaciones son muy variadas y su comportamiento bajo la carga de la herramienta es todo menos predecible. A más tardar cuando aparecen rebabas, se hacen visibles manchas o la vida útil de las herramientas se reduce inexplicablemente, queda claro que el mecanizado del aluminio requiere más que procesos estándar: requiere un gran conocimiento técnico, sistemas coordinados y comprensión de la tecnología de procesos.
Pero, ¿a qué se debe esto concretamente? Y, sobre todo, ¿cómo se puede mecanizar el aluminio de forma eficiente, económica y con seguridad en el proceso, sin comprometer la calidad ni la sostenibilidad?
Un aspecto fundamental es el comportamiento tribológico del material. El aluminio tiende, especialmente en los tipos de baja aleación o de viruta larga, a formar rebabas en el filo. Esto no solo afecta a la precisión dimensional de la pieza, sino que también provoca un desgaste prematuro y un peor acabado superficial. En este caso, el lubricante refrigerante suele ser decisivo para el éxito o el fracaso. Solo quienes apuestan por formulaciones que generan un nivel de película lubricante estable y adherente pueden evitar estos efectos de forma fiable, especialmente a altas velocidades de corte o con alimentación interna de refrigerante.
Otro problema es la formación de manchas. Especialmente en zonas visibles o en procesos posteriores como el anodizado, el lacado o el encolado, una superficie manchada conlleva un costoso trabajo de repaso o reclamaciones. A menudo, los responsables son emulsiones inestables, aditivos incompatibles con el pH o un comportamiento de secado desfavorable del lubricante refrigerante. Aquí también se pone de manifiesto que el aluminio requiere formulaciones con un tacto especial, estables y anticorrosivas incluso en condiciones ambientales difíciles.
Y eso no es todo. Quienes trabajan con aluminio también conocen los retos que plantea el manejo de las virutas: grandes volúmenes, mala tendencia a la rotura de virutas, alto riesgo de atascos en las máquinas. A esto se suman las combinaciones de materiales, por ejemplo, en el mecanizado mixto con metales no ferrosos o aceros, que exigen lo máximo en cuanto a universalidad y rendimiento del lubricante refrigerante. En este caso, no funciona un enfoque “único para todos”.
En este contexto, queda claro que quien quiera mecanizar aluminio de forma eficiente y con una seguridad de proceso duradera debe comprender hasta el último detalle de su proceso de fabricación y optimizarlo. No solo en lo que respecta a la elección de la herramienta o la estrategia de mecanizado, sino a lo largo de todo el ciclo de vida del material, desde el agua hasta la emulsión y la eliminación.
Aquí es precisamente donde entra en juego Rhenus Lub con sus lubricantes de alto rendimiento. Desarrollados especialmente para el mecanizado de aluminio y metales no ferrosos, nuestros productos combinan la excelencia técnica con la eficiencia económica. Son estables a largo plazo, no manchan, producen pocas emisiones y se adaptan completamente a las condiciones individuales de cada proceso. Todo ello se complementa con nuestro asesoramiento técnico, que no solo suministra productos, sino que también comprende y optimiza los procesos.
Su alta estabilidad y su buena vida útil convierten al rhenus TY 155 L en un producto versátil y respetuoso con las máquinas. El lubricante refrigerante transparente como el agua tiene una muy buena desintegración de la espuma y también es soluble en agua. Es una opción convincente, especialmente para materiales sensibles a las manchas, como las aleaciones de aluminio. Gracias a estas propiedades especiales, puede reducir los costes de material y acortar los procesos de mecanizado.
Durante el desarrollo de rhenus TY 155 L se prestó especial atención a la compatibilidad con el medio ambiente y las personas. El lubricante refrigerante tiene una buena compatibilidad con la piel, con un pH favorable, y destaca además por su agradable olor. Este producto multifuncional y fácil de usar está clasificado en la clase de peligro para el agua 1 y no lleva la etiqueta GHS. rhenus TY 155 L no contiene boro y es una buena elección para las personas y la naturaleza.
“Con rhenus TY 155 L hemos desarrollado un lubricante refrigerante sin aceites minerales que también cumple los requisitos de los materiales especiales difíciles de mecanizar y los metales ligeros sensibles a las manchas”, afirma Joachim Clausen, director de Gestión de Productos KSS en Rhenus Lub.